Si el medio es la realidad, desde la vieja objetividad renacentista, reproduzcamos la representación de los objetos que se puedan ver y tocar. Desde este positivismo óptico es como, en principio, Soledad Fernández parece concebir una pintura esencialmente realista que trata de trasladar al cuadro la exactitud de las cosas. Pero su alcance estilístico y su vocación creadora van más allá.
Soledad Fernández no solo pinta lo que perciben sus ojos, ni traslada a sus telas o al papel una visualización casi fotográfica de un mundo concreto, sino que contempla al mismo tiempo la verdad interior de todo lo que le rodea. Su obra, por lo tanto, es una simbiosis entre lo natural y su compromiso artístico, entre la formalización del objeto y la emoción que dicho objeto le suscita. Digamos que junto a un realismo radical todas sus figuras, dentro de los aspectos formales y de significación que cada una comporta, también son portadoras de ideas y de actos; es decir, expresan sin ambages apariencias de vida.
Estos señalamientos conviene apuntarlos para alejar del espectador la impronta de un aparente hiperrealismo que pueda suscitar una propuesta como la suya.
Es cierto que bajo la soberbia ejecución de sus composiciones y su obsesión en la reproducción precisa de los detalles nos puede llevar a ello. Mas digamos que en sus cuadros, el desnudo –el desnudo femenino, sobre todo– representa una imagen del cuerpo que emerge de la concepción racionalista de la naturaleza alejada de cualquier prejuicio religioso o moral. En este sentido se pinta lo que se ve y a su vez se pinta lo necesario. La mujer representada en sus cuadros significa y se significa a sí misma en toda su extensión, como objeto observado y como portadora de su esencialidad específica. Eso le permite a Soledad Fernández renunciar al idealismo pictórico de otras épocas en torno a la representación de la figura femenina, trasladando a sus cuadros la sutil sensualidad que emerge de las modelos que posan para ella.
Precisamente esto sea el rasgo más caracterizador de toda su pintura. Sus desnudos propenden a la expresión de cualquier individualidad en su gozosa plenitud. Son cuerpos que se nos muestran en atrevidos escorzos, en una escenografía de papeles de embalajes, plásticos, mallas, periódicos… que configuran un espacio envolvente a partir de los materiales más rutinarios donde las texturas de las carnaciones fluyen en todo su esplendor. Son cuerpos que en su afán de credibilidad se funden en su propia contemplación y se rigen por una atmósfera de quietud y silencio como si el tiempo los hubiera detenido.
A veces la despersonalización de sus rostros, lo anónimo de sus semblantes encierran una carga simbólica que le sirve para subrayar lo evanescente y la capacidad evocadora de toda ocultación. El espectador tiene que intuir su identidad, adentrarse en el misterio que encierra dicha despersonalización, o averiguar en lo escondido los signos de irrealidad que la realidad contiene.
Pero todos estos aspectos de la pintura de Soledad Fernández no serían tales sin el rigor de su esmerado dibujo, su gran sentido del color, y su interés por la luz para captar la realidad visible y su experiencia más directa.
Antonio Abad
SOLEDAD FERNÁNDEZ
Soledad Fernández Ramos nace en Madrid
en 1949. Actualmente reside en Collado Villalba, capital de la comarca del
Guadarrama. En 1960, y durante siete años, estudia en el taller del pintor de
la Escuela Sevillana José Gutiérrez Valle y posteriormente sigue dibujando en
el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En los años 80 visita y estudia arte en
París, Londres, Roma y Venecia. Tras varias exposiciones su obra encuentra el
merecido reconocimiento con la exposición
en 1987 en la Sammer Galery (Londres),
todo un acontecimiento que fue “retransmitido” por el mediático periodista
Jesús Hermida en su programa A mi manera. Ese mismo año se le concede el
primer premio de pintura extranjera ex aequo del XXIX Certamen Internacional "Grolla
d'Oro de Treviso" (Venecia) y en 1989 obtiene el primer premio del VI
Certamen de Pintura Durán.
Sus obras pueden ser contempladas en
salas, ferias de arte y museos de todo
el mundo. Entre otros espacios televisivos, el programa “Fetiche” (TVE2) le
dedicó un monográfico.
Esta pintora madrileña
está considerada por la crítica como una de las mejores pintoras realistas del
momento, siendo uno de sus temas favoritos el cuerpo humano, sobre todo el
desnudo de mujer. La “carne” en la obra de Soledad tiene una presencia rotunda
pero su atmósfera la dota de cierta ingravidez que la hace única.
Su segunda residencia
en la localidad del Rincón de la Victoria ha dado lugar a una vinculación
sentimental con la ciudad de Málaga a través de la Asociación de Mujeres por la
Literatura y las artes (A.L.A.S.) a la que pertenece.